jueves, 11 de julio de 2019

whiskey de dios


Estábamos camino a otro carrete, habíamos hecho toda la noche la pantomima de que éramos amigos todavía. Como si aún habláramos en confianza, cuando en verdad sus palabras me abrían la carne como cuchillos. Ya había llorado un par de veces por eso.

Para que se entienda, para mí él era un ser humano indestructible, incapaz de reconocerlo lejos de mi vida, ausente de toda predicción de extravío. Era mi hermano y también lo amé. Eran esas llaves sin las que no se puede entrar a casa. Y sin embargo nunca supe que esa noche iba a ser la última vez que lo iba a ver.

No porque se muriera horas después. Sino porque simplemente nos dejamos de ver, nos dejamos de escribir, le dejé de sentir el olor y dejamos de compartir el pan con mortadela de la tarde.

Y ahora, después de varios años, el espejismo de que un imprevisto nos va a juntar, se desarmó como una pirámide de cartas. Tan floja que estaba hecha la casa. Hace unos días hablábamos en el auto con Gonzalo sobre las ganas de haber sabido que ese último abrazo de verdad fue el último, de la cantidad de veces que vimos a alguien por última vez sin siquiera preverlo. Obvio que alguien ya había hecho esta idea canción.

Lo del primer párrafo es falso, no sé cuándo nos vimos por última vez y me gustaría haberlo sabido para negarme. Por eso escribo esto, para recordar que hoy me di cuenta que me borró de Facebook y que ese día en la noche, camino a ese carrete, quizás supe por primera vez que nos íbamos a morir.

domingo, 14 de abril de 2013

los dados negros

Los reflejos maduros de una mañana nueva atraviesan la cama de Adrián, cogen un poco de su infancia y le dan refugio después de años de amores insufribles, coléricos, llenos de telarañas y carentes de amor propio.
Un reflejo se cuela por la espalda de ella y se resbala por su cola.
Adrián se siente agradecido.
Siente como el olor de su entrepierna se disuelve en una lucha en la que -al fin- se siente vencedor.
Ha marchado varias veces por la Alameda, se ha manchado de vino las camisas y ha llamado a Gloria al despertar.
Hay silencios que le reclaman demasiadas cosas -piensa Adrián-. Hay días que duelen cuando se empiezan a abrir.
Personalmente no creo en los buenos deseos, si fuera por ellos la gente mala no tendría hijos, no accedería a cargos públicos, ni podría hurgarse la nariz.
Pero desde esta esquina Adrián, me gustaría verte feliz
.

lunes, 19 de marzo de 2012

Hemos sabido responder a tus humillaciones Juan.
Hemos sido responsables, hemos llenado cada uno de tus formularios.
Mi consuelo es saberte viejo y resignado. Incapaz de haber sentido el vértigo de amar.
Yo a mis hijos los venero, tomamos la sal de los parabrisas y la mordemos para endulzarla con mi mujer.
En cambio tú Juan, te llenas la boca de amargura eterna, obligando los soldados a comernos vivos

sábado, 14 de enero de 2012

volver

Sumergirme y consolar los dos espacios que habitan en mi boca.

Grupúsculos semi vacíos que alegan demandas completamente diferentes.
Subverso de lo escandaloso que resulta para mi orgullo amarte.
Refrán popularmente recitado el que construye armas nucleares en tu contra: siempre tan compuesto, tan sabio, tan ajeno y tan burda yo, tan de pueblo, tan mimada, oscura, tan mala.

Respiro, trago saliva, me raspo el labio señalando los 20 pasos que me quedan y el abismo.

Entonces los dos saben que los diplomas amarillan y así son capaces de contradecirme, haciendo que un tercero entre en competencia: EL PORVENIR. Uno que ya sabe demasiado, que termina todas las noches encima de una tarima, bailando con un cuerpo masculino, vestido como una altísima mujer.

lunes, 20 de junio de 2011

jai definichon

Los ojos los tenía sobre una ventana gris de tanto vapor.
Sabía rabiosamente que en algún momento tergiversaría lo que estaba mirando y se refrescaría con la montaña nevada.

Ver Santiago en HD, jugar con el movimiento de los párpados y la buenaventura de decir que sí durante 10 minutos.

No era de mañana, ya habían pasado unas cuantas horas, tenía la boquita salada de tanto lagrimón. Por la espalda un calor suave, de frente un ventarrón.

domingo, 10 de abril de 2011

ruleta rusa

Estaba sentada debajo de un puente con la lluvia en la cara, acariciándome la piel un perro, de esos con cara triste, con la piel oscura. No habíamos tardado tanto, habíamos llegado después de correr, de pensar que ya no se podía escribir desde un lugar más santo que el que nace a raíz de un llanto por uno mismo.
Pero siempre se puede despertar desde otra esquina y calentarse los pies en los pies de un otro. A veces la pulcritud es un arma enemiga, y el dolor inicial se trasviste en un dolor recíproco, en un placer tan inmensamente intenso.
Solíamos leer poemas en voz alta, jugar al piano de cola y maldecir a través de melodías hermosas, mirarse a los ojos y bendecirse mutuamente hasta que amaneciera. Me importa un rábano estar escribiendo en lengua materna para no pensar, a veces hace falta morderse para sentirse la boca viva. El pecho me dijo que el sentir era nuevo y reposado, indescriptible e inmensamente pujado, de adentro para afuera, de afuera para dentro.
Estaba debajo del puente y me puse a caminar, a correr, a subirme por las piernas de un hombre y a veces fumar cigarros para calmarme el ansia, para enamorarme sin poder más que enamorarme.
La mayoría de las veces el clamor de la exposición me hace añicos, me enmudece, me come viva, pero sin embargo yo ahí, yo estoica, yo de pie. De pie frente a un mar de buenos besos, de noches largas sin poder dormir más que en su pecho.
No es fácil andar reconociéndose en un futuro impropio y deshabitado, se sabe bien las vitaminas de un frasco por el rotulado, pero la caída duele igual aunque los huesos se sepan de vidrio.
Se quiebran, suenan, se multiplican.
No quiero decir nada que no me pertenezca, sin embargo mi ingenuidad ya no se valora, los mensajes transatlánticos se cansaron de navegar, mi muelas de hoy están alineadas, se comen entre si, me dejan fuera. Y la risa, la risa vulgar y miedosa se pega en mi nariz y no chorrea en mi voluntad de querer cambiar las cosas.
Estamos construyendo casas y sólo el tiempo dirá si serán habitables.
Una cosa que sí sé, es que después de tantos años sus ojos no me serán ajenos, los voy a reconocer en la calle y me van a decir que esta puntada en la mano no se me va a pasar nunca.
Fríeme dolor, créeme de una buena vez, nunca me dejes mentir de nuevo

jueves, 14 de octubre de 2010

críptico


supimos decir la lengua acaracolada y babosa,
mordaz y despiadada,

((venenosa la yegua))

automóvil de placer bien enjuto,
inexperto,
destartalado,
cruel y delicioso

sabiéndose diminuta y entonces saltar

sé que no es fácil desprenderse de la caótica vida, del pasado que pisa la cuchara de palo. mierda y lo sé, debemos ser parte de un puerto miserable, que recibe barcos fantasmas en una caricia,en una canción bien hecha, en un aliento ahogado.

Pero qué va pienso a veces; tus razones adornando mis tardes, un poco de viento en la cara, el dolor dulce y tu presión cósmica: han de saber hablar español.
A ratos siento que se comunican conmigo, que me llaman por mi nombre y que me hacen callar.
Debes saber esta misma noche calculo yo, que las hojas se revientan en
primavera.

martes, 14 de septiembre de 2010

jueves, 19 de agosto de 2010

zoofilia

camino a melipilla: puros animalitos olfatéandose, comiéndose, moviéndose la cola, meándose encima.

con el hocico salado, medios malandros, con ojos que les predican en blanco y negro.

en cuatro patas, los animalitos.
con olor a muerto encima y de noche hablando en murmullos.

animalitos que se juegan la casa, la piel de colores, la misión de reproducirse.
lleno de animalitos la calle, todos paséandose vivos.

domingo, 4 de julio de 2010

Mi corazón es canalla, se silencia demasiado, me chasconea poco y se resbala muy de vez en cuando.
Habla mal y se entrampa en una cabeza demasiado proactiva que le da el dato de su régimen a cuánto órgano se le tire encima.
No pasa una semana y mi corazón, flojo de mierda, se cansa y empieza a ver espinillas, comentarios idiotas y futuros nauseabundos, excusas que chilla para dejarme ir.

domingo, 23 de mayo de 2010

lo que aprendí hoy













"En las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va por todo, a matar. Muy bien muchachos: vengo de afuera y les juro que hay olor a sangre"

lunes, 3 de mayo de 2010

a.

Estaban acostados encima del sillón. No habían alcanzado a llegar a la pieza, estaban demasiado cansados.
Gabriel se había dejado bigote esa semana y se veía ridículo, no tenía pelo suficiente y parecía que una mañana cualquiera le había cortado un par de pelos a su gato y con una pincelada de cola fría, los había obligado a acampar ahí.
Rocío no le había dicho nada, porque no le daba más de una semana.
Había pensado lo mismo de la permanencia de Gabriel en su puesto de trabajo, cuando lo vio llegar de bufandita a la oficina a principios de Septiembre.
No se dirigieron la palabra los primeros meses, no fue necesario, Gabriel trabajaba en la planta y Rocío se dedicaba a regar las plantas y servir café.
-¿Me sujetas las carpetas?- le dijo Rocío una vez.-No me gusta tu chaqueta-.
Gabriel regaló la chaqueta, después de guardarla en la ropa de invierno por más de 2 años.

b.
La cantidad de tiempo que pasa entre un prejuicio y el vértigo de pegar las cabezas con fuerza, es bien relativa. Quién te dice que pasan 2 buenas canciones y un gusto común y se encontraron. Y es que no, a algunos les parece bien arrimarse solitos a un trozo de pan y a un libro sin contratapa atractiva.
Gabriel una vez se atrevió, eso si, a fingir que se sentía llamado. Se desvaneció en una tarde de trabajo y sintió como se quebraban 3 filas de platos producto de su falta de juicio. Y se sintió poderoso.
Poderoso y sumamente pobre, así que no lo volvió a hacer.
Rocío le decía a sus amigas, mientras fumaban en el patio, que ya decía ella que a ese tipo lo encontraba medio raro, que posiblemente le habían pegado cuando chico, porque no era normal saltar así cada vez que se paseaba el jefe cuando iba a comprar café.

c.
Se dieron un par de semanas para proyectar su odio mutuo, quizás otras muchas para ignorarse, pero lo plano del devenir sin odios o sin pasión, es algo asimétrico, sin medida.
Se deben haber lavado las manos durante un tiempo, se adelantaron.
Rocío siempre revisaba los bolsillos antes de lavar sus pantalones, creía que alguien se podría haber olvidado algo importante en su calorcito de cotelé, un par de veces llamó al número que sale impreso en las boletas, pero inmediatamente cortó.
Gabriel sabía que Rocío lo suplantaría algún día; así que alguien rellenaría los vasos de vino de sus amigos, llamaría a su mamá una vez por semana, asistiría a las reuniones del partido y jugaría de arquero en la liga de los domingos.
Nunca predijo que el sofá los alentaría a dormirse antes de la cuenta y el olor incómodo se impregnaría en la boca de la nariz. Nunca se sintió el galope obtuso de los tropezones que no paraban de correr, y el aire, y el azul que hipnotiza, la canilla helada, la canción final que lo dramatiza todo.
-Son las 9- le dijo Rocío sin abrir sus ojos
-Ya me callo- le dijo Gabriel- guárdate palabra, estoy por curarme-.

miércoles, 7 de abril de 2010

contratos, parte especial

No hay para que vengarse con el espacio irresoluto que deja
una conversación que pretendía ser cortejo, uno siempre puede
hablar del clima. El resto, son puras porquerías

jueves, 11 de marzo de 2010

Ç

CANALLA

estás en lo subcutáneo

renombrando la ambivalencia de no saber que decir

de no saber que esperar


DE SENTIRSE VIVO E INDOLENTE

a p l a u d i do

UNO ES TAN RE BUENO A VECES, TAN DULCESITO

que duele verte canalla

duele moverse como en ring de feria

porque hay silencio desde la ventana hasta el mar

un silencio majadero, bueno para nada.

merquén en los ojos, fuego en las plantas de los pies calladitas, cómodo murmurar frases de libro de autoayuda para sentir que uno es un recipiente de buenos deseos y destinos de super estrella.

hay mañanas en las que logro empinarme y ver que mis palabras son un capricho, son retazos de una tela que ya es mantel. prescindible, removible, meritocrático

CRUEL

misteriosamente cruel.

músical y sucedáneo.

S I N
NINGÚN
SENTIDO

miércoles, 3 de marzo de 2010

pierna completa

Había esperado más de lo habitual, eran ya pasadas las 8 semanas y francamente me daba vergüenza llegar así, sin haber siquiera acordado una cita.
Nunca había ido a ese lugar a depilarme. Entré con pantalones largos en medio del verano y no sabía cuánto me iban a cobrar, pero tenía que tomar un vuelo esa misma tarde y suelo dejar las cosas para última hora.
También suelo apretarme con un frenesí innecesario cualquier punto negro que me aparezca en la frente.
No fui capaz de empezar a desvestirme hasta que Pamela salió del box pintado de blanco que se clavaba en medio del salón.
Estaba adornado con una virgen chillona, un calendario romántico del 2009, un espejo infame y un olor a cera depilatoria que -sadomasoquistamente confieso- me fascina.
En todo caso, supe que se llamaba Pamela porque luego de quedar con el cuerpo un poco al aire, recostada sobre una camilla envuelta en papel nova, necesité decirle una frase cómoda y socialmente aceptada, digna de romper el silencio incómodo que nació después de que se le llenara la cara de desaprobación frente a mis piernas sin crema y perrunas, mi entrepierna pudorosa y mis algo así como 20 kilos de más. Así que el cómo te llamas me pareció una decisión prudente.
Pero de ahí en adelante el silencio, el silencio y la envidia.

La cosa es simple. No es que yo esperara que la loca me contara su vida, lo que pasa es que cuando te depilan en general te meten en un box con hartos box vecinos, cada uno con su respectiva señora forrada en un delantal blanco. Y lo digo sinceramente, yo estaba dispuesta a continuar una conversación medianamente fluida si es que ella hubiese querido, pero algo pasa conmigo apenas me aplican el derivado de miel de abeja que no se escucha nada más que silencio.
Sinceramente, yo creo que tengo hartas cosas que contar, las abejas –por ejemplo- son muy trabajadoras, me acuerdo que el Profesor Rossa contaba como hacían sus casas vomitando. Eso le podría haber contado, pero estaba trabajando, y temí que pensara que le decía que parecía abeja con dolor de guata. Eso podría haber derivado en una mala concepción de lo que yo soy como persona, y ahora que en el mundo reinan los individuos –de clases particulares-, hay que cuidar la presentación personal me parece.
Pamela no era la única mujer que me había depilado en silencio, ya lo habían hecho Yohanna, Myriam y cualquiera de las 33 mujeres que me han depilado desde que tengo 13 años y cualquiera de ellas me hubiesen servido de cofesionario para no sentirme tan profundamente desarraigada del género femenino. Cada vez que vivo esos 30 minutos de calor, de dolor rústico, de ritual melodramático, me vienen las ganas incontenibles de conversar, y como resultado previsible: el abúlico silencio y el boyerismo de mis oidos que terminan escuchando la conversación ajena del box de al lado, una aventura infiel que rebota por la pieza chica en la que me trasquilan con naturalidad, hija de alguna cara que jamás alcanzo a conocer. Los relatos a veces se pierden en la canción de arjona que siempre me toca escuchar cuando miro al techo, cuando me pongo de guata o cuando me toca mirarme en el espejo, igual eso es una exageración, a veces escucho a sanz y tarareo un poco.
No tendría problemas en que esas canciones coronaran las confesiones que aderezo con datitos como que me creo super modelo cuando salgo de la ducha y me seco mirándome de reojo, como si el espejo fuera el digno espejo retrovisor de un auto en medio de la carretera. Pero ya avanzamos pierna completa y hay silencio. Entonces le digo que quiero hacerme el rebaje, le cuento a Pamela que soy cosquillosa, que si salto no es porque me duela, ni porque no quiera, sino porque es un reflejo. Pero Pamela tiene un lunar cerca de la barbilla que me desconcentra, así que me callo y escucho a una mina con voz de de vieja que le gusta recibir de manos de su supervisor las noticias de cualquier encarguito que el jefe le haga, porque siempre incluye algún mensaje con doble sentido que adora descifrar. Pero ya veo que se acabó la entrepierna, me preguntan si quiero alcohol, le digo que si, a los pocos segundos me ordenan que me vista y que a la salida le tengo que pagar a la recepcionista 4 lucas.No le conté nada a nadie, no tuve necesidad de renombrar mi placer culpable. Una vez más me veo desde lejos acercándome despacio, tarde. Desarraigada del bien común, muda ante la necesidad de nombrar mi dolor poco conocido y tajante, tan inmensamente aparte. Para ser sincera, algo imprudente, indescifrable y poco relevante. Naturalmete poco relevante.
Es cierto que intuyo un olor, pero no pertenezco a nada. Me veo las piernas y se ven de mujer, una especie de venganza sutil en contra de mi silencio y de mi ausencia, de mi retórica personal, de mi absoluta incompetencia para hacerme parte de una sensación mundialmente conocida.

Mi vuelo sale a las 3 y media.
Miro el mostrador y le digo en voz alta -No ando con más sencillo Pamela, me voy de viaje, sólo ando con diez-.
La recepcionista se llamaba Claudia, me aclararon inmediatamente después.

lunes, 28 de diciembre de 2009

propiedad intelectual

Yo puedo hacer pantomimas. Cuando voy en el metro me puedo adaptar y fingir que un banco me sostiene la espalda. Puedo sostener una conversación a distancia, entre cabezas y ruidos molestos, aún cuando mi vida cante a mi lado haciéndose el lindo.
Yo puedo ponerme vendas en los ojos y mirar por entre el dolor ajeno, por sobre la mañana discutida, cercenando la liviandad de historias mal contadas o de caprichos que se desgranan para pisarme la cola que traigo de ojeras.
Y puedo rezar, siempre puedo rezar. Aunque le rece al chofer puedo gesticular que le tengo fe, que vamos a llegar y que las señoritas lo van a dejar partir.
Las conversaciones a todos nos sobran, son los espacios de memoria que las reducen a la ligereza de un hola cuando lo que uno quiere es rememorar la antigua usanza de los cursis besos, las antiguas grandes protestas, las ideas monumentales y el amor, cualquier amor que quiera irse de copiloto

sábado, 26 de diciembre de 2009

mi foto preferida


-:.:-padre y madre de la criatura-:.:-
((la cabra fea no soy na yo))

miércoles, 23 de diciembre de 2009



cuando veo las primeras luces del alba siento que perdí. que perdí como en la guerra.

espero que algún día el color de la mañana me haga sentir distinta. me haga oler -a cien millas- el olor de las voces que me permitieran decir que gane algún premio, que supe algún secreto, que cumplí con lo que debía querer cumplir.

domingo, 20 de diciembre de 2009

yo no te voy a decir nada hueón
no te voy a decir nada de lo que después me pueda arrepentir

martes, 1 de diciembre de 2009

balada del twist subversivo

Sobre el borde de tu falda tienes una mancha de aceite que parece inundar tu pierna a ratos.
Lo nublado del día me tiene un poco mareado.
Llamarse Tomás, tomarse la leche, salir de la casa e irse a dormir; me llena de amargura a veces. Otras, me hace inmensamente feliz -me hace agregarle un baile apretado-.
No tengo hijos, creo que no voy a tenerlos. Me aburro fácil y no me gusta que me obliguen a amar, a tener que extrañar o a deber bien abrazar.
Pero tú miras por la ventana hacia fuera y yo no te conozco. Ahora nos están llevando a todos dentro de un tren antiguo por un camino que no había visto nunca. Calculo que ya se hace tarde para volver a darle comida al perro.
No tengo idea porqué tengo tanto sueño. Todos lloran en mi vagón. Lloran de un modo histérico, de sonar ahogado, de moco en el cuello.
Nos van a matar, de eso estoy convencido. No encajamos bien en los rieles de la calle que nos tocó. Tenemos autos viejos y salimos caro.
El lunes escuché a ese hombre de lentes oscuros-que ahora pasa cobrando los pasajes- pidiendo disculpas en la tele, pues se vieron sobrepasados y porque en el fondo todos nos vamos a morir.
Que había que dar las gracias, que la gente antiguamente se moría de hambre y de sucios, que el progreso nos había dado de comer bien y que es mucho más digno morir de pie. De pie en unos cubículos de plástico -finamente reciclado-.
Y es cierto, habíamos avanzado mucho-higiénicamente hablando.

Pero ahora mismo veo que nos mintieron.
El tren se fue guarda
---------------------------a
----------------------------b
-----------------------------a
-------------------------- ----j
-------------------------------o.

Entonces, te veo girar por el aire y no puedo dejar de pensar que tienes unas piernas maravillosas debajo de esas dos cejas.

lunes, 16 de noviembre de 2009

habeas corpus


Una compañera de Universidad parece que está enferma, varios amigos me habían comentado que está sometiéndose a muchos exámenes.
Ayer estabamos planificando una actividad que íbamos a hacer, cuando ella apareció y se sentó a mi lado.
Es verdaderamente linda, preciosa en verdad. De esa gente que da un poco de envidia al principio, porque tienen su aire de misterio alrededor, pero que finalmente no molestan porque no te das ni cuenta y ya estas disfrutando de su misterio y de su lindura.

Y nada, me dió curiosidad ponerme a pensar en que el cuerpo a veces parece que se constituye como un universo paralelo. Ahí adentro empiezan a ocurrir miles de cosas. Y el cuerpo se enferma.

O se deteriora, o duerme, o le gusta un chiquillo.
Veo a mi abuelo arrastrar los pies, con la mirada perdida. Con su cuerpo enhuesado.
Y el cuerpo desecha cosas.
O duele el cuerpo
O el cuerpo muere

Es raro, Santiago puede estar nublado y agitado un día. Pero el cuerpo es una nación aparte, que juega con otras naciones. A un ritmo completamente distinto


Que divertido es ponerme a escribir mientras estudio para una prueba oral,
Creo que me falta fuerza de voluntad y me sobra sadomasoquismo.
Ojalá que a esa guapa mujer no le pase nada grave.

sábado, 24 de octubre de 2009

plagio

Mírame, háblame.
Analízame, escúchame, deséame, despídeme, engánchame.
Recuérdame, descríbeme, llámame, invítame, añórame, rózame, compárteme, decídeme.
Embriágame, explicítame, bésame, embóbame, desafíame, reestructúrame, envalentóname, tócame, resbálame, méseme, mírame, abrázame, signifícame.
Empodérame, desármame, subyúgame, cállame, enamórame, invítame, susúrrame, inhálame, exhálame, humedéceme, horintalízame, recórreme, muérdeme, disfrútame, experiméntame, húrgame, baboséame, exprímeme, pulverízame, lléname, acábame, fúmame.
Cuéntame, enmudéceme, diviérteme, exísteme, defiéndeme, invéntame, constrúyeme, encuéntrame, ízame, hilváname, cuéceme, explícame, viérteme, pacifícame.
Grítame, miénteme, enfuréceme, reviéntame, explótame, vomítame, rúgeme, exíliame, desbarájame.
Olvídame, llórame, recuérdame, emulsióname, inmortalízame, mistériame, intúyeme, instálame, perdóname, enfríame, acurrúcame, provócame, bordéame, caliéntame, repíteme.


No te detengas

martes, 20 de octubre de 2009

almost cut my hair (crosby, stills, nash & young)

curvilineo, reparto, amoroso, amargo, compás, refrán, enemigo, plusilánime, justo, eminente, abrazable. cotidiando, lejano, ambiguo, feroz, replica, explícame, abanderado, orden, ambiente, pájaro, ánimo, especie, panal, ambar, resfrío, épico, amante, reflejo, arcaico, precoz, derretir, arcada, maravilla, amiga, artesanal, más, enfriar, caja de fósforo, manta, merma, filo, día, mes, año. Dolor, amor, mentira, pecado, armamento, resfrío, pécora, dentadura, ruda, amena, risa, viento, agua, mar, paz, carcajada, alcachofa, emérito, chimpancé, buenos días, respiro, chupar, lamer, refrescar, amar, venir, presumir, recordar, rezar, mistica, duelo, amerita, dime, misa, punta, lápiz, recorrer, mirar, ver, comer, gustar, retroceder, masticar, rendirse, morir, vivir, terminar y recomenzar.

martes, 4 de agosto de 2009

domingo, 26 de julio de 2009

Edith Piaf - Milord

cada vez que esta canción suena en mi mp3, mientras estoy en algún medio de locomoción colectiva, siento que las personas se transforman en personajes.

Ante mis ojos una historia, un bailecito, un paradero y un show de matine, vermut y noche.

sábado, 18 de julio de 2009

Manche Menschen ändern sich nie


canción para caminar

y ser feliz

(gracias a pk, antiquísimo regalo)

viernes, 17 de julio de 2009

madrugada

Ensuciémonos un poco los ojos

-le dijo-

los inmaculados no poblan el mundo

jueves, 16 de julio de 2009

no quiero sonar a mujer libidinosa

ni lujuriosa, ni lasciva, ni carnal, ni medio cochinota

....


SOY MEJOR PERSONA DE NOCHE

potestad reglamentaria

García es un hombre sumamente tímido, medio raro y hasta un poco maricón.

García se tiñe el pelo con una coloración idéntica a su color natural y se desviste al lado de una mujer distinta cada mes.

García tiene tendencia a juanete y pies de princesa.

García ve puntitos cuando se cansa y a veces piensa que trabaja demasiado. A García le gusta trotar cuando vuelve de la pega y le gusta comer torta con duraznos en conserva.
La gente estima mucho a García.
Piensan que es un hombre extraordinario, muy extrovertido y tremendamente bien formado.
Su olorcito a macho, dice Henríquez, los hace sentir más hombres.

A García le gusta lavarse los dientes, ser desprolijo y ganarse la vida zurciendo calcetines, siendo proxeneta, vendiendo dulces, vendiendo caro.

A García se le ocurrió ser presidente.

Cáceres podría votar por un tipo como García.

martes, 14 de julio de 2009

pensamiento extremo:

FUGARSE

o morir

jueves, 2 de julio de 2009

politeness


Sin más , te saludó.


Así como se saludan los amigos.


De beso en la boca, de uña con diente, de carne y deseo.

lunes, 29 de junio de 2009

A los 12


No hay casi nadie de gente en la calle. Está tranquilo, excepto por un par de niños jugando en la lluvia y mamás que van a buscarlos para que no se resfríen. Se siente tan tranquilo que ni siquiera los pájaros cantan porque están todos en sus nidos, sólo se escucha el agua chocando con la calle, es un día más o menos triste, pero es agradable. Es una calle bonita, se siente el olor a tierra mojada.
Es cómodo estar aquí, es como si por un momento la lluvia haya calmado el ruido, la agitación, el no escucharse que tiene la calle. El aire está limpio, hace frío.

domingo, 14 de junio de 2009

cuenca

Se le llenaba el pelo de raíces.
No tenía demasiados recuerdos, sólo ramas inversas que se superponían y que se enredaban en su mollera .
Los pasos de su hermano rebotando río abajo, las manos de su abuelo acariciando su pelo, las letras del final de una película o cualquier otro refugio momentáneo, la terminaban reteniendo, llenándole los ojos de una picazón incontrolable, de un sueño cercano a la certeza.

lunes, 8 de junio de 2009

domingo, 26 de abril de 2009

cumbia para los olvidados


Es como si de lejos me infartara verme a la luz. Con luz y sin reflejos. Con penumbra y con una cuerda que me dice “tate quieta o te matamos”.
Estoy cansada de verme, no me he tocado. Algún día -esto que me sabe a cuadrado- puede repuntar y fingir ser un rombo y, en una explosión, llegar a círculo esquizofrénico, a circulo con pasado.
Pasado de vena, de recoveco.
Si ya nada tiene mucho sentido, entonces, ¿por qué no llorar?
Porque-me respondo enseguida- no me gusta escribir cosas y después pujarlas y que no salgan
Y no es eso de no poder escribir mentiras, porque ellas me salen como conejos de mi sombrero a diario.
Y me repito “no debes seguir gastando tus hora en porquerías, ni en pocas horas de sueño.
Debes dejar de fingir que de a poco se pasa el cansancio. En algún momento se debe dormir y soñar sin recordarlo. Porque es muy doloroso andar por la vida sintiendo que eso que se soñó no debería cumplirse, porque entonces estaríamos jodidos, nos creeríamos para siempre que somos iluminados. Aunque sea una broma estúpida o un echo incierto. Excluyamos de esos sueños incorrectos el volar. Ya sabemos que no se puede.
No sé, debo estar un poco cansada. Pero no de cuerpo-menos de mente-ya sé, aburrida. Me desdigo de lo de cansada, eso es de señoritas. Estoy que corto las huinchas por saber si en una de esas me llama la atención algo más que una teleserie.
Claro, no es nada fácil andar por la vida con las cosas no resueltas. Mucho más difícil es ir con las cosas bajo las rodillas. Como tirarse en el pasto, mirar al cielo y concluir que uno esta vivo, y sangra, y se arrepiente, y se castiga y concluye que todo está atravesado por pequeñas gotas de agua y fragancias fantásticas que oscilan entre el huele bien y el huele mal por el salto absurdo de un idiota en tu cabeza que te dice: esto sí, esto NO.
No tengo manera de poner las cosas por escrito, yo sólo me arrebato. Me cuesta quedarme dormida y entonces prendo la luz, me desvisto de sábanas, prendo un poco de música y murmuro con mi lápiz.

jueves, 2 de abril de 2009

wikipedia


La vida no coagula, la vida no se posa a un lado cortando el paso. No descansa la vida, no se hace costra, no cicatriza nunca. De vez en cuando apura el paso y se desborda, a veces parece sequía en el campo, pero la vida no puede coagular, no tiene reposo, no conoce la hemostasia la vida.

No merece un te estimo, porque no coagula y no se arriesga a desangrarse por un te extraño. Se podría dejar comer por un odio parido, por una fobia a la muerte, por miles de arrebatos a grito pelado. Pero tus finuras, tus lamentos y tus pocas ganas de agarrarte a combos no le sirven para nada.

No coagula pero camina la vida. Como corre necesita te amo, necesita sudor y saliva que pegue en los labios, en todos los labios. Y no cree en los para siempre-la vida-porque no se queda impávida sonriendo bostezos y declaraciones de amor eterno.


Nunca hay futuro en la vida y tampoco se puede enfrascar el momento oportuno, esos son análisis que se hacen después. Menos aún le es posible admitir cordialidad, pues no quiere empates; quiere un fracasado, quiere una violencia inesperada, quiere gente en pelota que obligue a callar.

La vida no coagula, nunca repara, sigue siendo refalín de dolor, de rabia, de miedo, de absurdo, de carcajada, de flecha rellena de placer corriente y vulgar.

No puede sostenerse en seco, puede perder un diente y el equilibrio en una conversación predecible o en una señal de costumbre programada.

Ella revienta, ella necesita el pasionar de una declaración llena de verdades requisitas para despertarse en las mañanas, no para vencerse en las tardes, sí para soñar en frágil y fingir la muerte para no claudicar.
Porque la vida cuando coagula, se muere de una trombosis.

jueves, 19 de marzo de 2009

Buenas tardes caballero, ¿venden pan?.

No, no vendemos pan.

Entonces, ¿qué pueden venderme?.

Nada caballero, lo que pasa es que esta es una casa de agogida para la tercera edad.

¿Y ese cuadro está a la venta?.

¿Ese? No, es una reliquia de la familia que fundó este hogar.

Ah, ya veo. Entonces tampoco me puedo llevar un abuelito.

No señor, está prohibido.

¿Aunque lo cuide, le de de comer y lo haga escribir su historia para hacernos a todos ricos?

No, señor, quizás en algunos años

Pero el abuelito estaría muerto

Es que estaba bromeando, usted también está bromeando. ¿Cierto?

Sí, cierto. Me dijo que no había pan.

No no hay pan

¿Y le queda mantequilla?

Tampoco me queda mantequilla. Es que en tiempos de guerra, usted sabe.

Sí, lo sé, es un mal necesario. Si no existieran las guerras, no tendríamos estados nacionales, por ende no sería necesario un aparataje tan costoso de recaudación de impuestos y de tecnología bélica.

Mira tú, no sabía.

Cosas que leo en el baño. Shampoo no tiene, me dijo?

No, no tengo

Ah bueno

¿Le parece bien que no tengamos shampoo? Usted es de los tipos que le importa un bledo la crisis, es de esos que se lava las manos.

Con shampoo

El con olor a almendra es rico, ¿quiere una?

¿Son sin sal?

Sí, sal ya no nos queda

sábado, 14 de marzo de 2009

porn corn

Cuando es de noche, se debe prender a lo menos una luz poderosa para poder leer. Hace dos días, sin ansiedad, te invité a tomar un café.
Estás igual que siempre. La diferencia, sin ánimo de sonar arrogante, soy yo. Tengo más años y se notan. Si antes era una mujer segura y soberbia, mimada y absolutamente caliente, ahora soy lo mismo pero quebrado en varias partes, lo que esencialmente permite que el aire me recorra desde más frentes y el desarme sea menos sorpresivo y más ambiguo, hasta relativo. Si me desmenuzo, en tiempos como los de hoy, ya no es porque me apena que no me toques, es porque me hace reventar el mundo entero con sus pendejadas. Hoy las intersecciones lejanas no me desesperan, porque ya sé lo que es morderle los labios a alguien y sé que los besos en el cuello son, hasta el momento, la caricia pre-coital que más me gusta.

Pero volvamos a lo nuestro. Hoy no existe esa ansiedad por querer que me atravieses con las manos, porque creo que tienes el suficiente miedo como para necesitar tiempo.
Te explico, yo soy una mujer paciente, no por eso indolente. Dejaré que muchos otros me toquen, me desvistan y me amen solos antes de que tú te dignes a venir, porque claro, una tiene sus necesidades. En el camino, espero hacer el menor daño posible y por lo pronto, espero poder convertirme en tu mejor amiga……y porqué no, tirarme también, si es posible, a ese amigo tuyo bien rico encima de tu escritorio.
Ayer sentí que cuando nos encontramos caminando, no pudiste pensar en otra cosa que en CONCHATUMADRE, no sé si por la impresión de verme tan bonita o porque justo detrás de mí, un niñito con carita de mamón se cayó de hocico al suelo, quizás son sólo ideas mías.
Nos sentamos a tomar café y yo ya no tenía el deseo presente perfecto de que tomaras mis caderas y las presionaras contra las tuyas, punto para mí.
Lo nuestro es una cosa de tiempo y espacio todo menos conjugados. Ambos nos señalan, cada cierto tiempo, nuestras falencias de manera más cruel que una marca de acné.
Porque nuestro estar es perenne, pero al mismo tiempo indolentemente inerte.
Tenemos por delante la imborrable intención de hacernos el amor hasta borrar los gritos propios y los olores de otros inocentes que nos quisieron amar y que nos convencieron a ratos que podían hacernos olvidar 3 estúpidas horas de noche perfectamente prescindibles, que sólo nosotros sabemos que existen.

Entonces te pido, en medio de una conversación atragantada, que me prestes un libro. Creo en ese instante un cordón umbilical indestructible que va mi ojo al tuyo, ahora con la ilusión de decorar nuestra unión para siempre. Hoy, después de que accedieras al préstamo y yo desentrañara un par de párrafos escritos, siento como si estuvieras destapándome en medio de la noche.
Siento cómo las sábanas se reacomodan ahora más abajo de mis muslos y mi respiración se acelera. Tomo las hojas de tu libro e inspiro. Abro un poco las piernas y me muerdo los labios para desatar un poco la tensión en mi garganta y leo. Sigo leyendo cómo los personajes de tu libro tienen sexo en silencio y después lo tienen cómo nosotros no lo hemos tenido nunca. Punto aparte es que tengo la certeza que alguna vez penetrándola a ella, pensaste en mí. Como yo pienso en ti ahora que leo tu libro.

Ahora en tus entrañas de papel, en tu sangre de tinta negra, me dejo contar por un narrador que no sabe ni un carajo de nosotros dos, pero que esta noche, esta puta noche me hace creer que el calor de mis piernas algún día puede enmudecerse en ti.
El papel, como vez, lo resiste todo, es indestructible, es cruel conmigo y me asiente con su cabeza arrugada como diciéndome a todo que si. Y yo no me niego, sólo escribo.
Escribo incluso que me amas y que mi orgullo está tranquilo sin mi. El papel lo aguanta todo y no pregunta, es el único que me deja declamar mi amor sin sonar a tango viejo y desesperado, es el único que no besa a otra pensando en mí.

Una vez escrito el te amo, ya no hay vuelta atrás. No sé si me explico

jueves, 26 de febrero de 2009

Iquique


Es imposible prescindir de un pasado.
Cuando uno llega al borde de una pelea, ahí surgen todos los pasados. En ese instante chiquitito, cualquier verso de la madre pegándole al niño, diciéndole al niño que se porte bien o besando con ternura al niño, aparece en el papel sin importar cuál de todos se vivió. Lo relevante, en este caso, es que uno llega con su pasado y no hay nada que hacer.
El pasado se presenta a modo de reacción, a modo de rechazo, a modo de buenos días, me llamo Paula , en qué puedo servirle.
No sé con certeza en que momento Juan se percató de todo esto, pero era imposible predecir que el paso de Consuelo en su vida iba a cambiarlo todo, iba a hacer que la casa que compraría con Natalia nunca llegara a casa.

Su olor estaba en los algodones de azúcar, en los piscos sour, estaba en sus manos cuando lavaba la loza. A veces imperceptible, a veces necesario, a veces nauseabundo. Era un olor a cama, a huerto, a mañana, tarde y noche.
Cuando veía las noticias, escuchaba el silencio de Natalia y la rabia de Consuelo que criticaba cada espectáculo precario del diario vivir.
Era un sentimiento extraño, las noticias siempre le daban la razón, el porqué había terminado con Consuelo. Pero a la media hora, cuando empezaba el fútbol, siempre le dolía tener el cuerpo de Natalia al lado.

Había que sacar la tele de la pieza, pensó Juan.

Entonces el pasado viola con buen gusto al presente y le dice a Juan que la verdad es que estuvo enamorado sólo en el momento en que Consuelo lo hizo ver cataratas de hielo con fruta en un paradero, ni antes ni después de que ella le explicó que el calentamiento global no era un chiste, aunque los países primer mundistas lo crean, ni antes ni después del beso que la calló se sintió enamorado.

Desde ese momento, inconciente en su ingenuidad, Juan ha tratado de recrear en cada mujer que la sucedió, la manera en que gentilmente le había mordido la comisura de los labios y no ha dejado de buscar la violenta forma en que ella le desfiguró su gusto de boca melón con vino, en una evidente debilidad por el sabor a la leche condensada.

Todos traemos un pasado de maleta, un pasado que relincha momentos sumamente vergonzosos.
El pasado crea eyaculadores precoces, mujeres con tendencia a juanete, asesinos en serie, candidatos presidenciales y abultadas cuentas de luz.
Y el pasado se queda ahí, en algún muslo, en algún dolor reumático, en alguna propensión al suicidio; esperando una reacción inesperada, una respiración que acorte un incómodo momento y que traiga a la vida, de un suspiro, a una sensación que se desdibuja cada día con mayor precisión, manifestándose en los ojos de Natalia como un profundo error, como una insuficiencia, como una infinito olor a siglos perdidos.

Entonces cuando el pasado es evidente y raya en el presente, se sabe del matrimonio de Consuelo con Miguel, amigo de infancia de Juan, cuya cara Juan no recuerda, porque claro, ya es parte de su pasado.
Y ahí, mijito lindo, lo sabes, lo tienes claro.
Ella siempre va a estar acá, en las mañanas, en las noches y en las canciones que alguna vez escuches, ya sea solo o acompañado, a modo de insurrección o a modo de aniquilador de noches frías, con cara de Elena, de tele abierta o de pan con chancho.

viernes, 23 de enero de 2009

viernes

Es la gota de silencio que habita en cualquier conversación.
Es, a veces, la primera del vaso, casi imperceptible.
Otras, la que termina por colmarlo todo, la que rebalsa, la que desborda.
Era de noche ya, estábamos comiendo, fue entonces cuando nos quedamos todos quietos. Era demasiado agotador sostener una conversación así en silencio, aún sabiendo que nos quedaba tanto por decir.
De pronto, una solución encomiable: tomamos aire y dejamos naufragar a los gritos en el living-comedor. Mi papá pidió la sal, mi hermana y mi mamá la tomaron al mismo tiempo, todos en la mesa nos reímos.
Vimos desfilar las gotitas de tiempo por al ladito del tenedor, corrimos de plano la jugada de gol y en una de esas nos encomendamos a alguien, no me acuerdo.
No volvimos a hablar de política durante toda la noche, pero mi abuela recitó de memoria los tangos del poeta feroz
En eso se me cayó un vaso, pero no nos importó. Dicen que no hay cumpleaños si no se da vuelta una copa.

jueves, 22 de enero de 2009

jueves

Me gustaría pedirte perdón de algún modo, mirarte a los ojos y explicarte porqué. En cada conversación insulsa que he tenido durante estos años, mis ojos se vuelan y llegan a mirar si acaso puedes dormir ya.
El otro día me fui corriendo detrás de un perro, no decidí nada, sólo lo seguí. Llegué a un vertedero, y fuera del sebo y del profundo olor a cuerpo, no te hallé a ti. Supongo que no está en nuestro destino encontrarnos. Porque si bien ya me han dicho muchas veces que no es más que una tecla que se toca y ya está, a veces me siento como un instrumento de cuerda. Aunque me toco, me reviso y me fumo, no me logro alcanzar.
Ese día estaba con la espalda pegada al parlante, de a poco empecé a sentir que los bajos de la canción me hacían cosquillas en las costillas, pero no en toda la espalda. Intuyo que a veces me logro liberar de los murmullos que hablan de ti, entonces, creo que de a poco puedo caminar y sentir que una pequeña vuelta de viento no me va a sorprender como lo solía hacer. Pero pasa, y tengo que estar preparada. Con eso no quiero decir que existe algún modo de estarlo, me refiero solamente a la mera capacidad de seguir la vida sin ternuras ajenas.
Porque no hay nada más incómodo que los ojos de otro puestos en una, instruyéndose de un secreto que no se sabía que era secreto.
Ese día me acordé de la vez que partí bien temprano a hacer unos trámites al centro y me encamé con cuanto puñado de sensaciones viví. Entonces lo que resumo no es el beso de un hombre, o las injusticias de un mundo, es todo lo que podría resumir cuando siento la extrema necesidad de cruzar el borde y recapitular sin necesidad de decirlo con nombres y apellidos, sino atendiendo a la mezcolanza de palpitaciones que ya son una repartición de recuerdos que dan calor mirar.

miércoles, 21 de enero de 2009

¡miercoles!

-Me dice que las piernas le duelen entonces-
Eh, sí claro, las piernas me duelen. Pero también me duele mirarlas y me duele contenerlas con mis caderas. Mis caderas a su vez no se podrían sostener sin mi estómago, que aún todo revuelto, se conecta con mi tórax. Otra desgracia.
Esa sí que es desgracia. Mi tórax y mi cuello.
Mi cabeza estimado, es un desastre.
Me duele, me duele, me duele.
-Entonces le duele todo el cuerpo-
Sí, pero no es un todo banal. Yo siento un dolor en el cuerpo y en cada parte. No es por menospreciar su diagnóstico de “malestar general”, pero lo que sinceramente siento, son profundos dolores que podría definir, sin chistar, uno a uno.
-Entonces dígame, que es lo que siente, cómo es que le duele.
Me duele doliendo, que quiere que le diga.
-Bueno, si le arde, si le dan retorcijones, si siente un tirón, si siente mareos, si presenta vómitos, si su orina tiene color verde pajarito, si suda más de la cuenta, si se le revientan los pulgares. En fin, dígame usted, que es lo que siente-
Siento como si me hubiesen descosido hace muchos años el coxis, si me hubiesen denigrado la cabeza y la hubiesen atravesado con mi pubis.
De plano, siento como si las raíces de mi pelo se enredaran desde mis intestinos y me tiraran a morder mis músculos y mi amor propio. Cómo le dijera, estoy enfrascado en un olor a pegamento que hace juego con mi ardor de ojos, con mi mala reputación de colón. Tengo todo lo que perder en las rodillas, el corazón lo tengo inactivo, un poco muerto, se me llena de una amalgama dura la garganta y me reintegro sólo en el ombligo. Pero creo que eso dura unas cuantas horas.
-Perdóneme que lo interrumpa, pero usted está mintiendo señor. Usted no siente nada-
Eso doctor, ese es mi problema.

martes, 20 de enero de 2009

martes

Esto es sin tiempo. Sin ningún tipo de redacción, menos de respeto. Pero a veces las cosas hay que decirlas sin matices, sin contrapuntos, sin necesidad de trascendencia.
A veces uno vomita, a veces se apunta justo lo contrario. Y uno se arrepiente, y uno amanece con caña.
Sin embargo el mundo sigue girando, aunque yo no crea que el mundo gire eternamente. Porque en una de esas el mundo da un salto y uno tiene que estar preparado para darlo.
Son tantas inmundicias, tanta vehemencia.
Pero uno mismo aún en el descontento debería pedir perdón, debería dar las gracias.
La vida se puede murmurar, se puede amordazar, se puede arrodillar, puede estallar en risa. Puede hablarse a voz alta, con señas, con humo.
Pero la vida se da más fácil cuando uno lo tiene todo, la justificación se hace necesaria. Dos más dos es cuatro, y el mundo se le abre al que lo sabe. El otro es número, el otro es cuenta. Es beneficiencia, o índices de cesantía.
Me duele la espalda y no tengo tiempo.
La buena onda trampa del destino, los juegos, los para siempre, las buenas mozas.
Me pasan a buscar, podría ser todo lo que estoy esperando. Entonces dejaría de ser una feminista progresista y de verdad me conformaría con ser dueña de casa.

lunes, 19 de enero de 2009

Lunes


Yo no sé muy bien mi querida, si todo esto podría de algún modo traducirse en algo concreto. Quizás, quedarme aferrada a lo otro es más sano.
No sé.
A lo mejor es fácil llegar y chantarle todo el rollo, como quién se saca un parche curita.
Pero hoy tengo ganas de dormir. Me desperté con sueño y no he repuntando en todo el día.
En una de esas se lo digo mañana, me fijo en un punto y lo hago.

domingo, 18 de enero de 2009

domingo


Voy a cambiar la cama de lugar. Voy a bajar ese estante de allá arriba y lo voy a poner en el suelo. Voy a eliminar todo regalito ornamental que me haga dudar el gusto. Ya no voy a tener velitas perfumadas, ni voy a soportar un reloj con forma de osito nunca más. Los angelitos con poto parado podrían quedarse. Tu espalda sudorosa la voy a correr de encima apenas termines de jadear y empieces a respirar como la gente. Y ese espejo.
Ese espejo no lo había visto.


Úfale, se me perdieron los ojos. Aunque signifiqué tantas limosnas, se me perdieron. Mi padre nunca me quiso y me encanta como la piel cambia de color con las sombras.
Tengo que sacar ese espejo de mi pieza. Hace que me vea chata y que se vean más gordos mis tobillos, hace que me huela creyendo que apenas el olor aún subsiste en mi, y que nada más que mi olor ha perdurado después de tantos años.
Ni mi orgullo, ni mis proyectos, ni las rifas de beneficencia que organicé. Únicamente el olor se puede ver intacto en el espejo después de tantos años.

Puta que estoy vieja.

Vieja y medio gagá.

Un espejo que ni había visto, no me deja hablar más que una sarta de estupideces

sábado, 17 de enero de 2009

Sábado




He estado pensando en tomar tus manos y ponerlas sobre mis cachetes. Una por cada lado. Reírme de sorpresa y hacerme con eso un sándwich de cachetes.

Llevo tres años soñando con tus manitos.

O manos
O manotas

Esas son discusiones de hombre.

Y yo no soy un hombre.

Soy una abejita.

Son treinta años queriendo que me recorras con tus manos.

Manos.
Manitos.
Manotas.

Tres o treinta.
La eternidad es lo que vale la pena empezar a contar

Tres años son treinta y tantos años para un perro, una verdadera eternidad.

Para un perro.

Tú podrías entender entonces que tres años es tiempo más que suficiente para andar viendo tu reflejo en las ventanas.
Porque apareces y desapareces.
Te hago aparecer y te diluyes
En cualquier violento invierno te reflejas en las paredes de mi pieza, y yo las pinto de verde palta.

Y después de tantos años te diviso en una plaza.
Estás viejo, como demacrado.
Sólo la avalancha de años me hace estar segura de que tanta piel colgando en algún punto te aguanta. Y me regalo el placer de ver como seguimos vivos, cómo te ha hecho de mal la vida y me pregunto si acaso en ese borde de piel muerto queda espacio para un placer chiquitito, chico, chicotote.

Son treinta años, son miles.
Son las gotas de nuestro pasado agitándose como caballo de bandido, y te suplico.

Te reconozco.

Si esto hubiese sido hace un par de meses, te hubiese visto tan cambiado. Quizás ni te hubiese reconocido.

Pero han pasado ya los años.
Los que sean.
Y sigues siendo el borracho de siempre. El más grande de los boxeadores. El reloj sin cuerda. Mi buen amigo y mi mal hablado personaje.
Eres lo que habría querido de regalo de navidad, lo que hubiese comprado con mi primer sueldo.
Eres un juguetito de Matel.
Un juguete, un juguetote.

Y aún con toda esa piel encima, aún por sobre ese alud de grasa y polvo, aún más allá del accidente de cara que traes puesto, me sigo imaginado tus manos en mis cachetes.

Tus manos,

tus manotas,

tus manitos.

martes, 9 de diciembre de 2008

5


No voy a entrar en detalles. Tampoco voy a declarar con precisión, ninguna de las leseras que alguna vez me dijiste, y tampoco me esforzaré en darle valor a los comentarios importantes, porque ya están dichos.
Menos voy a sostenerme en la idea ridícula de que puedo describir de alguna manera cómo eres, cómo tu cara se constituye en un cuerpo completo que me permite reconocerte entre miles de seres humanos y que a pesar de que tengas sueño o no te hayas duchado, me deja redescubrirte en los ojos caídos de una señora a punto de quedarse dormida, en la carcajada de un niño mientras mira un perro, en el caminar confuso de un hombre mayor o en el olor de mi cuello cualquier día domingo.

Me quiero desprender de la pretensión de que si escribo tu nombre de algún modo ya está claro de quién hablo. Como si existiera sólo un Cristóbal que despierta perversiones en mí, una sola Susana que pinta cuadros, una sola Claudia con desorden bipolar, un solo Pedro capaz de mentir como los dioses.
Como si declamando un par de letras, pudiera lograr el premio de tu atención.

No voy a contar nada relevante.
Menos voy a ensalzar un detalle adorable y cotidiano para hacer que suene bonito que pierdo el tiempo declarando el cómo una persona que no existe toma desayuno.
Un desayuno, tan adorable, como el que ocurre cuando con delicadeza separas cada uno de los cereales de tu tazón para formar sobre el tope, y flotando, la figura de un árbol.
O que de pronto el estudio resulte una actividad encantadora si lo cuento resaltando una manía que sólo yo veo, y que puedo traducirla si explico, en un par de frases y con una redacción medianamente poética que, mientras lees, te tomas el pelo, te lo desenredas, te lo vuelves a tomar y te haces un moño sin amarras que en un segundo deshaces.
Como dejando en claro que, con eso, estas haciendo una mueca de puro inconformismo. No así cuando derramas tu pelo sobre mi espalda descubierta, sólo para decirme que de algún modo, que no logras entender, es posible que me ames.

¿Para qué tendría la necesidad de escribir algo así? Para qué confirmar deseos y descubrir gestos, que probablemente no existen, mientras puntualizo tu voz llena de recovecos. Si al final, esto va a ser olvidado, va a constituir otro de muchos recuerdos prescindibles, nada que se pueda finalmente comer, ni menos besar.

Es lo que es, nada más. Las ganas de decirte que te abroches los zapatos y así sentir que después de tantos años, al fin precisas algo de mí.

domingo, 16 de noviembre de 2008

4


Yo no le temo a esto que me pasa, no temo a entregarme a sentir dolor. Me repugnan las historias marchitas sin siquiera abrirse, tan cursis. Me molesta comerme las ganas de llenarme de besos por el miedo del que todos hablan y por el que todos estiran la trompita, cuando la verdad es que el dolor se mantiene intacto aún cuando se tenga al lado a un hombre o a un gusano.
Aún cuando haya una mina en tu cocina a las 9 de la mañana preparándote el desayuno, o un hombre mandándote cartas mamonas los días de fiesta.
No estoy hablando de la minucia del amor, estoy hablando de lo precario de la excusa del dolor. Si al final lo que nos duele, es lo que se nos ocurra somatizar de aterrador en cualquier día irrelevante y falto de grandes motivos.
¿Para qué el discurso del miedo, flaco?-¿A qué le tienes miedo, a ver?
¿A morir o a ser olvidado?
¿A follarte a esa mina o a perderla?
Sí, ya sé flaco.
A que te rechacen
A hacer el ridículo
A fracasar y a perder.
¡Por favor! No se trata de andar deshabitando lugares para ir a echarse a morir.
Se trata del deleite que me produce haberme dado cuenta, hace varios años atrás, que no se puede seguir engañando a la gente de que las cosas –no se bajo cuál paradigma de amor- terminan pudriéndose, perdiéndose o haciéndose yayitas.
Ahora bien:
-Si te caes escalera abajo, entonces el delirio es posible
-Si se le rompe la bolsa a una mujer, entonces es factible un parto.
-Si una paloma te caga la cabeza, entonces es prudente irritarse y llorar si lo estimas necesario.

Pero si un hombre a usted la deja, llegará otro a hacerle el cariñito en el cuello que tanto le gusta o vendrá a darle el besito en el muslo que la vuelve loca. Llegarán los hijos para que la despierten de golpe a las 7 de la mañana con las patitas heladas.

Mi nombre es Eva y tengo miles de años.

Y si yo hubiese podido elegir, no lo hubiese escogido a él. Pero por desgracia, ha sido la única opción que se me ha dado.

En el caso de haberlo elegido, habría botado sus peros y podría haber tenido el valor para deshacerme con otro y marchitarme hasta el pelo en las manos de un cuarto y en un quinto callar, tener el recuerdo de un placer, de una carcajada y de un llanto a moco tendido con otros muchos.
Pero yo no pude elegir, yo pude dejarme llenar por un hombre plano que dudé conocer, pero que era el único hombre. Era mi él.
El que se apodera de mi recuerdo, el que me repugna algunas mañanas mirar, el que se parece a mi padre, el que se ríe conmigo del pronóstico del tiempo mientras hace llover en mis adentros apenas se lo propone. Aquel que me derrite el paladar mientras masculla los pocos dientes que me quedan y se saborea los nulos pelos de mi lengua que se pronuncian en su saliva ácida y exquisita.

No me quedó otra más que él.
Entonces, el amor se trasviste en un juego del que satisfecha no puedo.
De él son las verdades, de él me nace el verso presuntuoso.
Y no me dejó elegir, me dejó (de) doler.
Se me presentó, así como lo ves, y me dijo que sería contraproducente resistirme, que no había porqué.

Estoy segura que se lo dice a todas el muy conchadesumadre.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

3


Aprendí a escribir a los 4 años.
La gente estaba extasiada, mi familia chillaba como loca, y me llevaron a Sábado Gigante para que transcribiera un poema de Becker, mientras Don Francis hablaba de Nescafé.

Me llamaron genio. En esa época no se usaba esa lesera de decir ellas y ellos, buenos y buenas, señores y señoras, niñas y niños, padres y madres. Yo era genio.

Pero a mi no me gustaba mi letra, la encontraba gorda, medio sucia, lenta y carente de personalidad. Era una letra plana, prácticamente ilegible, pero la gracia eran los 4 años.

Cuando cumplí 12, mi mamá me regaló una bicicleta, y cuando me caí, apenas pasadas las dos pedaleadas, me miró con una cara de preocupación que no voy a olvidar nunca.
Todos supieron que lo de genio, era para niñitos hombres. Mi hermano Diego había aprendido a andar en bicicleta, esa misma tarde, a los 3.

Ambos llevamos, en la actualidad, 5 años en un centro de rehabilitacion
Yo, por haberme hecho adicta a la pasta del lapiz bic.
Él, por no saber que cuerno se podía hacer con las ganas de tirarse a cada bicicleta que pasaba con un cabro chico arriba.

Ahora bien, también es cierto que el día que decidimos ser seres vivos tuvimos que asumir que cuando uno se rompe la piel, entonces sangra. Así mismo como cuando uno se muerde los labios, o la lengua. Ya sea responsabilidad propia o ajena.
Es eso o ser piedra, no hay donde perderse.